El compromiso de todos los profesionales de la salud con su trabajo ha sido total a lo largo de esta pandemia y lo sigue siendo. En el caso de los médicos, este compromiso ha trascendido a la atención prestada a sus pacientes. Siendo referentes para la sociedad, tienen -y aceptan- una mayor responsabilidad, que va más allá de lo exigible por las disposiciones legales.
En estos días se está produciendo un rebrote muy importante de COVID-19 en Galicia, por lo que habremos de adoptar precauciones adicionales. El propio Colegio de Médicos de A Coruña suspendió, por prudencia y no por exigencia legal, el encuentro social que normalmente celebra en estas fechas navideñas. Como es conocido, algunos profesionales médicos, como los MIR del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), han optado, legítimamente, por mantener este tipo de encuentros y han sido duramente criticados por ello, a pesar de haber respetado escrupulosamente las normas de seguridad establecidas precisamente por quien les ha afeado la conducta por dicha asistencia. Estos actos podrían haberse evitado, pero encontramos poco prudente y muy injusto que las autoridades acusen a estos profesionales de irresponsabilidad por este motivo.
Muy poco prudente porque han cumplido con las normas legales que se le exige a cualquier grupo de ciudadanos, y porque con ese juicio moral se tacha de negligentes y se predispone contra profesionales en un momento en el que las actitudes violentas hacia nosotros, los médicos, constituyen un grave problema social. Y muy injusto, ya que los médicos, y en particular los más jóvenes, han dedicado todo su esfuerzo al control de la pandemia desde el minuto uno, trabajando en condiciones muy penosas sin apenas protección durante largos meses, por lo que han pagado y aún están pagando un elevado peaje en enfermedad y sufrimiento. Los médicos asumimos que nuestra responsabilidad moral es superior a la del resto de los ciudadanos, pero no por ello merecemos ser tratados con menor respeto.
La junta directiva del COMČ